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Felipe Bedia de las Cajigas (c.1850–1909)

En el pintoresco pueblo de Pontejos, en la provincia de Cantabria, España, nació alrededor del año 1850 Felipe Bedia de las Cajigas. Su llegada al mundo ocurrió en el seno de una familia trabajadora: su padre, Francisco Antonio Bedia Díez, nacido en 1816, era hijo de Francisco José Bedia Cotera y de Josefa Martina Díez del Río, vecinos del barrio de Tijera de Pontejos según el padrón de la policía de 1820. Su madre, María Cagigas Cagigas, nacida en Gajano en 1817, provenía de una familia asentada en el barrio de Longano. Felipe fue uno de los 16 hijos que tuvo su padre, repartidos en dos matrimonios. Felipe y su hermano Francisco nacieron durante un vacío registral entre 1847 y 1852, lo que ha dificultado la localización exacta de sus partidas bautismales.

Su madre falleció en 1855 tras dar a luz a su última hija, y su padre volvió a casarse con Josefa Victoria Díez Vélez, con quien tuvo otros doce hijos. Esta extensa red familiar consolidó al apellido Bedia como uno de los más representativos de Pontejos.

Desde joven, Felipe demostró una inclinación por el comercio y el trabajo, valores profundamente arraigados en su familia. Hacia 1870, siguiendo la ruta de muchos cántabros emprendedores, migró a América en busca de oportunidades. Su primer destino fue Martinica, una isla francesa en el Caribe que servía como puerto comercial entre Europa y América. Allí trabajó en un puesto callejero de telas, propiedad de José Pons, un comerciante que se convirtió en su mentor y le enseñó los fundamentos del negocio textil y del intercambio comercial. Años después, José Pons y su familia llegarían a ser figuras destacadas en México, fundadores de lo que más tarde sería Las Fábricas de Francia y propietarios del primer estadio de León, conocido como La Martinica.

Hacia 1890, Felipe llegó a México y se estableció en Romita, Guanajuato, en plena era del Porfiriato, un periodo de modernización y expansión económica pero también de marcadas desigualdades sociales. En este contexto, Felipe abrió una tienda de telas y estambres en un portal del centro de Romita. Con visión y disciplina, expandió su negocio y llegó a ser propietario de múltiples casas y ranchos, consolidando una posición económica respetada en la comunidad. Su inteligencia comercial y su cercanía con figuras relevantes de la región, como el Obispo de León, le otorgaron prestigio e influencia. Incluso sus hijos Francisco y Frumencio se sabe, estudiaron en el Colegio católico Díez de Sollano, institución asociada al clero local.

Fue en Romita donde Felipe conoció a Vicenta Centeno, con quien formó una numerosa familia. Aunque no se casaron por la Iglesia al inicio de su relación, en el año 1900 contrajeron matrimonio eclesiástico, legitimando a sus hijos según las normas canónicas. Curiosamente, registros parroquiales indican que su esposa fue bautizada como Perfecta, hija natural de Julia Centeno, pero en la comunidad era conocida como Vicenta. El notario parroquial Don Francisco Aguilar, con más de 60 años de servicio en la Iglesia, confirmó que se trataba de la misma persona, ya que no existía otro registro compatible y la fecha de nacimiento coincidía.

Tuvieron al menos ocho hijos: Francisca (1892), Francisco (1893), María Marcelina (1895), María de la Esperanza (1897), Frumencio (1898), María Guadalupe (1908), Carmen (1909) y María Luisa (1910). Algunas de sus hijas fallecieron en la infancia, reflejo de las duras condiciones sanitarias de la época. Trágicamente, tras la muerte de Felipe, su hija menor María Luisa murió a los 10 meses de edad, y fue su hijo adolescente Francisco quien registró el deceso, asumiendo responsabilidades en ausencia del padre.

Felipe murió el 27 de diciembre de 1909, a los 59 años. Planeaba regresar a España ante los rumores de una inminente revolución en México, pero su fallecimiento impidió ese retorno. Fue sepultado en el panteón de Romita, en una tumba marcada como "perpetua", símbolo del respeto que había ganado. Su legado perduró a través de sus hijos y del ejemplo de trabajo, visión y resiliencia que dejó.

Mientras tanto, su medio hermano menor Faustino también migró a México. Llegó a Silao, Guanajuato, y en 1916 se casó con María Mercedes Cano. En algún momento, ambos coincidieron en Romita, compartiendo tierra, cultura y propósito en un país que no los vio nacer, pero los adoptó como suyos. Aunque comúnmente se asume que Felipe y Faustino eran hermanos de sangre, en realidad compartían solamente el padre y nacieron de distintas madres. Incluso llevaban distintos apellidos maternos: Felipe era Bedia Cagigas, y Faustino, Bedia Díez.

Hoy, más de un siglo después, los descendientes de Felipe y Faustino Bedia de las Cajigas siguen explorando sus raíces. Algunos han viajado hasta Pontejos, en Cantabria, para re-conectar con el origen de su linaje. Su historia no solo representa la trayectoria de dos hermanos valientes, sino también la de miles de migrantes que cruzaron océanos en busca de oportunidades. Su huella continúa viva, como testimonio de trabajo, visión, hermandad y resiliencia.

Que este relato inspire a nuevas generaciones a seguir escarbando en la memoria familiar, a rescatar nombres, historias y paisajes que nos pertenecen y a construir identidad a partir de quienes nos antecedieron.

Ligas importantes Pontejos (Wikipedia)

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  • From Spain
  • Information updated by his Great Grand Son (ulisesbedia )
  • victor gonzalez
    June 4, 2024 at 6:01 AM

    Que bueno es poder celebrar la vida de Don Felipe! y lo mejor es saber por que somos lo que somos y de donde venimos por que eso es clave para saber a donde vamos.

    • ulisesbedia
      June 4, 2024 at 10:29 AM

      Asi es Victor, mi bisabuelo Felipe merece ser recordado y celebrar el legado que nos dejó como familia. Gracias por comentar.

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